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Disfunción del suelo pélvico tras el parto: lo que hay que saber

Durante el posparto, no es raro padecer algunas molestias que pueden ir desde el estreñimiento hasta la incontinencia y el dolor al mantener relaciones sexuales. Lo cierto es que no suena bien, ¿verdad? Si bien en muchos casos puede tratarse de algo pasajero y que se resuelve por sí mismo, en otros es necesario consultar con el médico, ya que pueden existir problemas como la disfunción del suelo pélvico.

¿Qué es la disfunción del suelo pélvico?

En primer lugar, debes saber qué es el suelo pélvico. Se trata del conjunto de músculos y ligamentos que rodean la cavidad abdominal y que, por lo tanto, se encargan de mantener los órganos pélvicos en su lugar. Cuando el suelo pélvico se debilita, algo que suele suceder durante el embarazo, pueden aparecer diferentes problemas.

La disfunción del suelo pélvico indica, entonces, un mal funcionamiento de estos músculos que puede deberse a una excesiva debilidad o a la tensión de los músculos y ligamentos de la zona. Cuando esto sucede, pueden aparecer patologías urinarias, ginecológicas, coloproctológicas y sexuales, según señala un artículo de Actas Urológicas Españolas (1).

En aquellos casos en los que existe tensión, la mujer experimenta relaciones sexuales dolorosas, vaciado incompleto de la vejiga y estreñimiento, mientras que la debilidad está marcada por la incontinencia, tanto anal como urinaria, y el posible propaso de los órganos pélvicos.

recién nacido con su mamá

Síntomas de los problemas de suelo pélvico

Ahora bien, ¿cómo puedes saber que es necesario consultar con el médico sobre la salud de tu suelo pélvico? Debes estar atenta a tus síntomas. Por lo general, los principales síntomas de los problemas de suelo pélvico son los siguientes (2):

  • Dolor vaginal que se suele agravar cuando se defeca o al final del día.
  • Sensación de hinchazón o punzadas.
  • Dificultad para vaciar la vejiga.
  • Infecciones urinarias frecuentes.
  • Incontinencia urinaria al reír o toser, por ejemplo.
  • Dificultad para controlar los gases o las heces.
  • Estreñimiento.
  • Problemas para llegar al baño a tiempo.

Si experimentas un par de estos síntomas, no lo dudes y consulta con tu médico. Probablemente, el especialista deba realizar una exploración y algunos estudios, como una manometría anal o una cistoscopia (3), para determinar el estado de tu suelo pélvico y recomendarte cómo mejorar su condición.

El embarazo y el suelo pélvico

Por lo general, los problemas del suelo pélvico tras un embarazo se deben a un debilitamiento del suelo pélvico. Por eso, en la actualidad, los médicos recomiendan los ejercicios de Kegel y otros métodos de rehabilitación locales tras el parto.

Durante la gestación, tu cuerpo pasa por un sinfín de modificaciones que permiten que tu hijo se desarrolle y crezca normalmente. Entre ellos, el más notorio es el aumento de peso. Piénsalo: ese aumento de peso que se concentra, principalmente, en tu vientre reposa sobre los músculos y ligamentos inferiores de tu pelvis. Sin lugar a dudas, los mismos realizan un trabajo excesivo que puede ablandarlos y dejarlos flojos.

La buena noticia es que el suelo pélvico está compuesto por músculos, como ya te hemos dicho. Eso significa que puedes entrenar la zona, sí ¡puedes entrenar los músculos del suelo pélvico!

Ahora bien debes tener en cuenta que si tu problema es una excesiva tensión en la zona, lo mejor será evitar los ejercicios para que los músculos no se tensionen aún más. Recuerda que la dificultad para orinar, el estreñimiento, las hemorroides, y tener que orinar tras haber ido al baño pueden ser indicadores de tensión pélvica.

Nota: antes de iniciar los ejercicios de Kegel o cualquier otra terapia, visita a un médico para recibir una opinión especializada.

Cómo prevenir la disfunción del suelo pélvico

En el caso de disfunción del suelo pélvico provocada por debilidad local, la mejor opción es realizar regularmente los famosos ejercicios de Kegel; estos consisten en una contracción rítmica de los músculos pélvicos que contribuye a fortalecer la zona.

El primer paso para hacerlos es vaciar la vejiga. Luego, puedes sentarte o recostarte, según te resulte más cómodo. Una vez hayas encontrado una posición cómoda para ti, aprieta los músculos pélvicos y mantén la presión durante entre 3 y 5 segundos. Relaja y descansa. Repite la operación unas 10 veces y acuérdate de hacerlo tres veces al día.

Tras entre cuatro y seis semanas, los síntomas de debilidad deberían remitir y tú tendrías que empezar a sentirte mejor. Ten en cuenta que hacer los ejercicios de Kegel con demasiada fuerza podría llevar a que los músculos se tensionen y aparezcan síntomas relacionados con la disfunción por tensión (4).

En el caso de que padezcas tensión en la zona, es posible que el especialista te indique otra clase de ejercicios, así como también masajes para relajar la región. Por este motivo, la consulta profesional es realmente importante.

¿Te has sentido identificada con varios de los síntomas señalados en este articulo? No esperes y consulta con tu ginecólogo. ¡Mejor prevenir que curar!

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